miércoles, 1 de marzo de 2017

3.2: El movimiento sufragista británico

La larga marcha de las sufragistas británicas se desarrolló durante los reinos de Victoria I, Eduardo VII y Jorge V hasta la Primera Guerra Mundial.
Victoria I se opuso de manera hostil al movimiento sufragista, ella misma diría:

La reina desea que se unan a ella todos los que sepan hablar o escribir para contener esta loca y perversa tontería de los "derechos de la mujer" con todas sus horrorosas secuelas ante la cual el sexo débil se inclina olvidando todo el sentido del decoro y la femenidad. Este tema enfurece a la reina hasta el punto que no sabe contenerse.

En este momento destacarán en la política inglesa dos grandes figuras que marcan el inicio del sufragismo británico: el diputado liberal John Stuart Mill y su esposa feminista Harriet Taylor.

En el año 1851 ella publica la Liberación de las Mujeres, donde defiende la igualdad ciudadana sin distinción de sexos, pero mucho más conocida será la obra de su marido (El somentimiento de las mujeres) que aprovechará su presencia en el parlamento para ofrecer a las mujeres un partido que apoye sus reivindicaciones mediante el partido Liberal Progresista, apoyando el sufragio de las mujeres que pondrán sus esperanzas en este partido.


A mediados de siglos en Gran Bretaña las mujeres fueron testigos de varias reformas sociales que las
beneficiaba. Normalmente los partidos más progresistas fueron más permeables a las demandas sociales y una ley del parlamento puso fin al derecho del marido a obligar a su mujer a cohabitar con él. 
La reforma electoral de 1832 benefició a un amplio sector de la población masculina, pero perjudicó a las mujeres puesto que la anterior ley electoral permitía el sufragio de "personas de una determinada renta", mientras que la de 1832 bajó el umbral económico pero se especificó que sólo serían "hombres". Ello implicó que señoras que antes pudieron votar empezaran a hacer uso de su influencia para pedir el voto, estas voces fueron escuchadas en el parlamento británico por diputados como Richard Bibden, J. Stuart Mill y Henry Fawcet.
Asimismo, en 1857 fue promulgada la ley del divorcio sin embargo, esto fue sólo el comienzo: hasta 1891 un marido todavía tenía derecho a secuestrar y encerrar a su mujer.
Sin embargo, pese a esto las leyes de la década de los 50 señalaron con claridad una nueva actitud hacia la mujer, que iba a otorgarle una mayor libertad que había sido posible anteriormente.

Lydia Becker en el periódico Comus, 1877.
Entre l866-1867 es la gran coyuntura de oportunidad política para las mujeres, tras la nueva reforma electoral que seguía sin conceder el voto a las mujeres Lydia Becker crea una sociedad, Sociedad Nacional Pro Sufragio de la Mujer, que se alía con los liberales librecambistas crando repertorios de acción y fundando su propio periódico, Womens Suffrage, con el que logra expandir la voz de muchas mujeres y unirse a muchas otras a la causa.
En 1869, con la ayuda de Jacob Bright las mujeres no casadas (viudas y solteras) consiguen el sufragio municipal.



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